Viernes 11 de marzo

El viernes todos nosotros nos levantamos tristes porque volvíamos a España, y por dejar de comer pizza y pasta todos los días.

El autobús nos recogió para llevarnos al aeropuerto, con las maletas aún más pesadas que cuando llegamos, algo que parecía imposible en algunos casos. Como ya habíamos pasado por un aeropuerto en la ida, todo fue mucho más rápido (menos la espera al avión). Vagamos por las tiendas y la mayoría compraron su último gelato (había que aprovechar que aún estábamos en Italia y que la vendedora también hablaba español). 

Cuando el avión ya aterrizó, nos encontramos en el aeropuerto de Barcelona, que era gigante. Teníamos unas 4 horas para comer y comprar cosas, y después nos reuniríamos en el punto de encuentro, y seguro que algunos se perdieron. En el punto de encuentro aprovechamos para hacer las tareas del día, como nos sugirieron los profes.

Por fin llegó el avión y nos despedimos de la aventura (pero no de las fotos de la ventana del avión) y aterrizamos en el aeropuerto de Alicante. Lo malo fue que llegamos antes de lo planeado y el autobús tardó una hora en recogernos, así que estuvimos una hora al aire libre en mitad de la noche esperando al bus. Lo bueno fue que, como ya nos conocíamos, no teníamos reparo en hablar los unos con los otros.

La vuelta en bus del aeropuerto fue mucho más animada que la ida el sábado por la misma razón: ya nos conocíamos. Nos hicimos fotos, hacíamos bromas que sólo entendíamos nosotros, contábamos anécdotas y nos íbamos despidiendo del grupo.

Terminamos en el mismo lugar donde empezamos, el parking del instituto, con nuestras familias (o al menos la mayoría) listas para recogernos.

Y por aquí dejamos un video de este día: